Castillo de Sehrr

-se cocinar, majestad, se limpiar y tambien tengo educacion-
Dije y me atrevi a mirarle a la cara escuchando que no estaba tan molesto, pero cuando me encontre con sus ojos baje la cabeza rapidamente.

La puerta se abrió y entraron los guardias arrastrandome. Se detuvieron ante el principe y se arrodillaron.
-Arrodíllate plebella-dijo el guardia que me agarraba el brazo izquierdo.
-Antes muerta-escupí en dirección al principe. El guardia que estaba a mi izquierda se levanto y me dió un puñetazo en la barriga haciendo que me arrodillara.
-Así está mejor-murmuró. El de la derecha retomó la palabra.
-Majestad... Os traemos a una sirvienta...-me miró con desprecio-es un poco maleducada, grosera... pero trabaja duro...

-Andrea, majestad. Tengo 16 años segun la cuenta de mis padres-
Dije he hise una reverencia. Mire hacia atras y vi esa desfachatez. Abri mucho los ojos cuando vi la escena y luego voltie a ver la expresion del principe.
"Pero es asi como se le trata a majestad?!!"
Pense estupefacta y mu boca se abrio un poco. La cerre cuando em di cuenta de que estaba abierta y segui con mi cabeza gacha respetando a las figuras mayores... y mas extrangeras!!!

Hise una reverencia con una sonrisa y me senti un poco incomoda cuando el principe me acaricio el cabello. Pero no retrocedi por no faltarle el respeto o ofenderle. Estaba contenta de tener trabajo... Ludovico llego y comenzo a decirme lo que tenia que hacer. Me llevo a las cocinas y me dijo lo que al principe mas le gustaba, me mostro todo de la cocina y los utencilios de limpieza. Por siacaso me explico el proceso diario y que deberia obedecer solo al principe o alguien que me ordene por el.

-Sr... que hay de mi vivienda, me ofreceran una habitacion, o tendre que venir todos los dias al casillo-
Le pregunte nerviosa.
-eso... eso quedara a juicio del Principe-
Me dijo pensando en lo que dije.
-Aqui le dejo Srta. preparara la cena para el principe.-
Se despidio y yo me quede sola en las cocinas. contenta comence el trabajo.

Me arrastraron otra vez hasta el Príncipe Ikaro, casi no podía ponerme en pie. Mis cortes no paraban de sangrar y creía que me iba a desmayar. Llamaron a la puerta y pasaron, me lanzaron a sus pies. Intenté levantarme pero no pude, como resultado solo conseguí que de mi boca saliera sangre y manchara la alfombra.
-Estúpida-gritó un guardia agarrándome por detrás y arrojándome a manos del otro-como te atreves a manchar con tu sangre la alfombra real.
-Pídele perdón a su majestad el Príncipe-dijo el segundo al tiempo que me lanzaba a sus pies. De mi boca solo salió un gemido de dolor. El primer guardia volvió a pegarme.
-Miren, ahí está su Majestad, sentada sobre su trono sin hacer nada-solté una risa burlona y me puse en pie como pude-le dan todo echo, pide una cosa y ahí la tiene-hice una mueca de asco-No le importa nada, ni que le peguen a mujeres, es más, disfruta con ello, ¿o me equivoco?-el guardia me dio un bofetón haciendo que la herida de mi boca volviera a sangrar
-Perdónenos Majestad, es un poco rebelde pero aprenderá modales-me miró peligrosamente.
- Perdónenos Majestad, es un poco rebelde pero aprenderá modales-dije imitando al guardia burlándome de él.-Es para lo único que servís, para matar, pegar, destrozar, herir... Sois unos cerdos asquerosos y algún día os darán vuestro merecido. Nunca serviré al Príncipe, prefiero morir.-miré al Príncipe desafiante- Tú...espero que tengas una muerte muy dolorosa y...-no pude terminar ya que me agarraron y me dieron tal puñetazo en la boca del estómago que me dejó sin habla.
-Majestad, ¿quiere que le cortemos la lengua?-pregunto al tiempo que me agarraba por el cuello haciendo que respirada con dificultad.

Llegue hasta la puerta del castillo. Como esperaba los guardias estaban vigilandola. Me decidí a darles un buen susto.


Me aparecia en mitad del puente y alrededor se lleno todo de niebla. Poco a poco me acerqué a la puerta. Cuando me divisarón los guardias uno gritó.

- ¡¿ QUIÉN ANDA AHÍ?!

- Adivina.... - y sono como un susurró que retumbó en todo el Valle.

- ¡¿ QUIÉN ANDA AHÍ?! - volvió a preguntar el guardía.

Esa vez me mostré ante ellos y con una risas siniestra dije:
A
- Soy vuestra muerte.

Al acabar aullidos sonarón por todo el valle. Y dos enormes lobos negros de ojos rojos. Inmediatamente los lobos fueron a por los guardias. Y estos hecharon a correr despavoridos. En cuanto lo hicieron y con solo pronunciar una palabra las puertas del castillo estaban abiertas para recibir al Hechicero Oscuro.