Cuarto de Myranda

Me situe en un lugar oscuro, solo se veían mis ojos que brillaban alumbrados por el mortecino resplandor de la Luna. Esperé un largo espacio de tiempo hasta que porfin se abrió la puerta de la habitación y Myranda entro en ella. En cuanto cerró la puerta salí de las sombras y le hable friamente:

- Myranda querida... Parece que has olvidado quienes son tus aliados...

La sorpresa de Myranda era de esperar, pero no que lo reflejase en su rostro, casi pareció que me había confundido con un fantasma.

- Myranda, Myranda, Myranda... - suspire mientras me acercaba a ella - es normal que no esparases encontrarme, pero no como para ofenderme, recuerda que el mejor aliado de un hechicero como yo son las sombras... Pero no hablemos de mi, quería hablarte porque Sanniah necesita una reina rigida para governar y por lo que veo poco has hecho por mantener esa imagen - y con mi ultima palabra dibujé un sonrisa en mis labios.

Su respuesta fue casi como un puñal directo hacia mi, pero los años han hecho que las palabras de una joven no me afecten. Simplemente me limite ha responder tranquilamente.

- Myranda desde hace un tiempo he sido informado de tus encuentros con Ikaro, sabes que no soy de los que en cuanto ven al enemigo empieza un combate, pero no creo que sea lo más conveniente mantener tales conversaciones con semejante personaje, en cualquier momento puedes decir algo más de la cuenta no necesariamente planes de futuro, tramas, o intenciones con darle una debilidad estás muerta. No serías la primera reina que muere por un descuido - y esta ultima frase la dije con un mezcla entre suspiro y siseo.

Su insolencia arremetía contra mi paciencía con una fuerza inusitada, pero al igual que el acantilado no se derrumba con cada ola que choca contra él, yo me mantube sereno. Como todavía podía ver la desconfianza en sus ojos salí por completo a la luz, y mi rostro fue iluminado de pleno por la Luna. El contraste de mi pelo negro como el ala de cuervo con mi rostro pálido era fuerte, pero mis ojos azules como el mar siempre hacía que no parezca un muerto y asi fue como Myranda pareció relajarse al verme.

- Myranda solo soy alguien que quiere evitarte una desgracia, me conviene que goviernes y ati simplemente te beneficia mucho que yo este de tu parte. Tomame como aliado y juntos iremos hacia el exito - y una sonrisa más amplia de lo habitual se dibujó en mi cara en afán de dar una confiaza que de antemano me sulen arrebatar las personas.

La mire, y con mi mano halcé su barbilla haciendo que su mirada coincidiese directamente con la mia.

- Jamás podré olvidarme de ti, ni de quien eres, y tu deberias hacer lo mismo aunque lo primero que hace falta para no olvidar algo es tener un recuerdo... Por ahora basta que sepas que me llamo Misterius y que soy el Hechicero Oscuro, con solo eso cualquiera que haya oido hablar de mi se hecharía a temblar, y bueno supongo que es suficiente para que no lo olvide bella Myranda. Si me necesitas estaré en mi castillo de las Cumbres Negras, y tranquila los aliados entran por la puerta grande - y con un guiño y rozándola la mejilla me acerque a la ventana. Me volví para mirarla por ultima vez, pero solo ese día, la volvería a ver de eso estaba seguro y con una reverencia hacia ella desaparecí en la oscuridad dejando tras de mi unica y esclusivamente una estela negra.